LA BOINA VERDE DE UN GUERRILLERO
Algo nos llamó la atención cuando la vimos por primera vez.
Algo nos impulsó a querer portarla en nuestras cabezas sin saber realmente lo que significaba y a que te comprometías.
Después de la captación y de pasar unas pruebas que daban acceso a ingresar en la C.O.E., no éramos conscientes ni nos imaginábamos lo que nos esperaba.
Llegamos a la Compañía y allí estaban esperándonos como lobos nuestros veteranos que ya la lucían y habían pasado por ello con anterioridad.
Fueron casi dos meses de horror con el puteo, la durísima formación castrense más allá de lo imaginable, pero eso no nos amedrento, aun cuando en más de una ocasión quisimos tirar la toalla.
Cuantas veces nos preguntamos “y yo, que hago aquí”.
Lloramos de rabia, de impotencia, de dolor físico y mental y solo deseábamos que llegara el día de la entrega de boinas y de esta forma dar por finalizado aquel sin sentido, aquel esfuerzo sobre humano y sentir en nuestras cabezas aquel trozo de algodón verde con su emblema, que nos daría otra dimensión a aquella locura.
Ya con la preciada Boina Verde sobre nuestras cabezas, pensamos que aquello cambiaría y no fue así, salvo en el puteo de los Veteranos, ahora compañeros de penurias.
La durísima formación continuó hasta el día de la licencia. Lloramos, reímos, sangramos y en muchas ocasiones sacamos y dimos lo mejor de nosotros, solo por ese sentimiento y orgullo Guerrillero.
Nuestro equipo y dotación eran más bien escasos, cosa que nosotros suplíamos con honor, orgullo, pasión, compañerismo, lealtad, garra, fuerza, respeto, miedo, arrojo, fe en uno mismo y todo ello gracias a nuestra preciada boina, que nos ganamos y de la que tantas veces renegamos.
Ahora, con el paso de los años, ese sentimiento es más puro si cabe y da respuesta a lo que en su día pusimos en duda, pero que jamás olvidaremos.
Frases como “Nunca no puedo” tiene más sentido para todo el que la llevó con orgullo y honor nuestra preciada Boina Verde.
Fuimos, somos y moriremos siendo GUERRILLEROS BOINAS VERDES.
